Trump: una chance para la paz

Por Miguel Ángel Iribarne | 28/07/2024

En este mes que concluye se produjeron tres hechos de incuestionable trascendencia para el cuadro de la política mundial: la Cumbre de la OTAN, la elección de la nueva Comisión Europea con la ratificación a su frente de Ursula von der Leyen y el fallido intento de asesinato de Donald Trump.  Ambitos y actores muy diferentes que convergen en determinar un escenario cada vez más crítico en las relaciones globales. El inminente desenlace de la situación venezolana puede sumarse a las complicaciones preexistentes. Veamos.

El  encuentro en Washington de los países miembros de la OTAN no llegó a darle ya a Ucrania  todo lo que ésta podía esperar, pero avanzó claramente en ese sentido: el documento emitido asegura que ese país se encuentra “en un canino irreversible hacia una plena integraión euroatlántica, incluyendo la membresía en la OTAN”. Palabras significativas si se tiene en cuenta que superan a las pronunciadas un año atrás en Vilnius a pesar del hecho de que entonces la posición del gobierno de Kiev en el territorio estaba menos comprometida que en la actualidad.

En la Unión Europea la presidenta de la Comisión ha sido reelecta.  Lo más significativo no es tanto el logro personal de Von der Leyen cuanto el esquema sobre el cual se compone la coalición que habrá de sustentarla, ya que además del PPE (al que ella pertenece) los principales respaldos obtenidos son los de dos partidos acentuadamente globalistas que habían sido los grandes derrotados de la elección parlamentaria: socialdemócratas y verdes. La distancia entre las élites políticas y las bases electorales tiende a agravarse, y con  ella el déficit de democracia real en Europa.

El fallido atentado contra Trump, aunque no se atiendan las tesis conspirativas que inevitablemente debían florecer, es un síntoma elocuente de la profundidad del conflicto interno en los EEUU.  Sobre este tema hemos venido alertando insistentemente, y hoy reeditamos un artículo al respecto de nuestro amigo Pascual Albanese publicado hace dos años. Literalmente podemos decir que EEUU estuvo a dos o tres centímetros de la guerra civil, y este hecho –por sí mismo- configura un factor de convulsión mundial difícil de sobreestimar.

En el planeta se está librando una lucha decisiva por el ordenamiento político del espacio global.  La hegemonía unipolar obtenida por Washington a fines del siglo XX y principios del XXI fue dejando girones con la crisis financiera de 2008, el desmadre de la “primavera árabe” en 2012 y la incapacidad disuasiva demostrada por el país ante Rusia en 2022 y en Medio Oriente en estos últimos meses.  Es muy problemática la posibilidad de un retorno a aquel orden.  Lo que entra en el marco de la viabilidad histórica es la constitución de grandes espacios geoestratégicos al modo como Carl Schmitt los definía en 1939.  En esa perspectiva Donald Trump puede ser  el hombre capaz de conducir a los EEUU a un  soft landing.  

Estamos persuadidos de que en  estos tiempos la misión de los conservadores de Occidente pasa por favorecer la distensión con Rusia, conducente a aflojar los lazos de èsta con China y así prevenir la guerra mundial. Es un empeño difícil, pero las alternativas son tenebrosas.