Jaque al relato: los crímenes de la guerrilla llegan a los cines argentinos

José D'Angelo y Pedro Güiraldes dirigen el filme que cuenta la historia completa. "Firmenich no peleó contra ninguna dictadura; mató a Rucci a dos días de asumir Perón y, luego, organizó una campaña militar contra Isabel, en plena democracia".

Por David Rey | 20/04/2025

José D’Angelo pudo haber sido dado de baja del Ejército Argentino, como él mismo lo dice, por «desacatado», pero el hombre no es ningún improvisado. Al hecho no menor de haber combatido nada menos que en la recuperación de La Tablada (1989), cuando los terroristas del autoproclamado Movimiento Todos por la Patria (MTP) hicieron un último y esquizofrénico intento por liquidar lo que quedaba de república, se le suma el hecho de ser el autor de dos joyas de la historiografía de este país, «Mentirás tus muertos» y «La estafa con los desaparecidos», dos imponderables -e imprescindibles- esfuerzos periodísticos de su parte por plasmar en el papel no sólo la verdad en torno a los años 70 sino, igual de doloroso, la verdad en torno a la actualidad, es decir, la forma con que las facciones izquierdistas y el kirchnerismo lucraron y lucran con la sangre derramada. Y no es broma que José, «el Tero» para los amigos, es un desacatado. El periodista -no intitulado- ahora va como cineasta -para lo que tampoco tiene acreditación alguna.

Pero la verdad es que José tiene la mejor formación del mundo al respecto, y no sólo por ser un argentino despierto y con el coraje para no amilanarse frente de la supremacía del ideologizado relato setentista -debieran aprender de esto sus hermanos de armas-, sino por el sencillo hecho de haber vivido la «época del 70» desde muy cerca, esto es, haber sido otro joven soldado más llamado a dar la vida por este país, de ser necesario. Por esto es que D’Angelo no precisa enredarse y complicarse con demasiada literatura en boga al momento de representar, justamente, la película que él mismo vivió… y que sigue viviendo. En fin, lo cierto es que a todo soldado o luchador de estos lares les llega un momento cúlmine y que se ha repetido (y, por lo visto, se sigue repitiendo) en todas las latitudes del continente: salir a pelear con las armas del enemigo. «Argentina 1975 – Lo que nunca te contaron» se llama la película con la que D’Angelo, junto con Pedro Güiraldes, pretenden mostrarles a los argentinos cómo fue la historia de los años 70, pero desde la otra trinchera, desde la que nada se ha mostrado en la pantalla grande.

«Hace mucho tiempo que entendí que había que ponerse enfrente del relato que nos había robado la historia porque tanto la izquierda como el kirchnerismo conocen el valor de lo cultural», confió José D’Angelo en una entrevista para DAVIDREY.com.ar a poco del estreno, y no tuvo ningún prurito en afirmar lo siguiente: «El pueblo de la Nación Argentina le agradece a sus Fuerzas Armadas el haber puesto fin a un vasto caos que anunciaba la disolución del país». Claro que uno podría pensar que estamos frente de un «reaccionario», pero lo cierto es que acá el periodista está simplemente repitiendo eso que, el 25 de marzo de 1976, dijo el mismísimo Jacobo Timerman en su diario «La Opinión», quien no dudó, incluso -como tantos otros directores de diarios-, en sacarse la foto junto con el General Jorge Rafael Videla.

«Cuando yo vi la película ‘1985’ [otro flagelo setentista promocionado hasta el hartazgo por los medios] me dije que hay que hacer una película que se llame ‘1975 – Lo que nunca te contaron’», resumió nuestro entrevistado. Según D’Angelo, «el relato» debe tener entre 25 y 30 películas que van desde «La historia oficial» a «La noche de los lápices», donde no sólo se falsea la historia sino que, por colmo, hasta toman de idiotas a los espectadores (sus mismos protagonistas -los reales- la contradicen, o la embarran). Por caso, en la película «Argentina 78», el mismo Mario Firmenich (máximo jerarca subversivo) dijo, «sin ponerse colorado», que Montoneros era «una organización político-militar que luchaba contra las dictaduras». En esta parte, «el Tero» no pudo contener una risotada de indignación. «¡Mentira, hijo de…!», estalló, «¡ustedes peleaban contra el gobierno peronista, ¿cómo que contra la Dictadura?! ¡Ustedes le mataron a [José Ignacio] Rucci [líder de la CGT] dos días después de que Perón ganó las elecciones! ¿Qué hablan…? ¿Qué dictadura? ¡Ustedes llevaron adelante una campaña militar contra el gobierno de Isabel Perón!».

Pero tanto bucear en esta cuestión, tanto indignarse y tanto resignarse, le confirieron a este incipiente cineasta el hecho de conocer la clave no sólo para lograr la llegada de estas complejas cuestiones sino, igual de importante, la capacidad de saber cómo extractar y cómo dosificar todo ese universo no contado que hay para contar. En este sentido, D’Angelo no descarta el valor de lo emotivo dentro de la narración cinematográfica (es lo que convenció «a la clase media», según deslizó) sino que tampoco pasa por alto la eficacia que «el relato» ha logrado respecto de repetir infinítamente que «los militares son los malos». Pero ojo, él no viene a decir que fueron buenos, tampoco. «El que mucho abarca, poco aprieta», precisó a DAVIDREY.com.ar, «yo quiero abarcar un objetivo alcanzable; yo no voy a hablar del lobo, yo voy a contarles quién fue Caperucita«.

Según D’Angelo, «Caperucita Roja, que es la que hoy nos da clases de Derechos Humanos y de democracia», en abril de 1975 tenía una revista que se llamaba «Evita Montonera» en la que narraba, a página completa, en qué consistían nada menos que las «campañas militares» de la organización Montoneros, al tiempo que contabilizaba con grandes e inconfundibles letras y números que, por ejemplo, tal o cual acción homicida había legado «17 ejecuciones», «34 ametrallamientos», «5 detenciones», «6 copamientos», entre otras «hazañas» más, y todo esto en «pleno gobierno constitucional peronista de Isabel Perón», tal cual lo señaló el mismo director tras escudarse frente de la lente de su webcam nada menos que con la publicación en cuestión. «Esto es lo que se le ha ocultado a los argentinos», insistió.

Y no lo dice un «fanático» de «la derecha» sino un soldado al que «echaron» del mismo Ejército Argentino «por desacatado» o, como él mismo enfatizó a DAVIDREY.com.ar, «por ser un individuo sumamente conflictivo que no encaja dentro de los parámetros que debe tener un integrante de la Fuerza; indisciplinado, de poca subordinación, poco confiable y de permanente actitud crítica hacia la superioridad. Es decir, yo no era un militar ‘dócil’». Menos mal, pues, que haya sido así, ya que ahora este mismo exsoldado «poco confiable» e «insubordinado» es el que tiene el valor que, tristemente, ni siquiera se insinúa en las actuales autoridades militares, es decir, los «buenos» alumnos de siempre, los que obedecen sin cuestionar lo que los políticos mandan para, luego, culpar a los militares y exonerar a los mismos inútiles que nos entierran hasta el cogote, mientras se enriquecen.

Mi opinión

José D’Angelo dijo estar «seguro de que va a haber una gran demanda de parte del público argentino para ver lo que nos han ocultado». Puede ser, y en buena hora que así sea. Pero lo más valioso que puede legarnos el filme que dirige junto con Güiraldes es el hecho de dimensionar y ponernos en contexto respecto de aquellos discutidos años y, pues, tras conocer la metodología homicida del terrorismo (previo a marzo del 76), escuchar el fragor de los más de 20 mil atentados terroristas que tuvieron lugar en los años 70 y de empaparnos con la sangre y con las terribles lágrimas de las miles de víctimas (tanto las muertas como las vivas), arribar, al fin, a un juicio justo e integral respecto de nuestra historia. El dolor no tiene banderías ni caprichos, es dolor… y nuestro abrazo sanador debe ser franco, respetuoso y COMPLETO. Por esto es una gran noticia que el cine ahora también nos cuente la historia COMPLETA, sin héroes que celebrar, sólo nosotros, los argentinos, preocupados en sanar de una buena vez por todas.

Al terrorismo y a la violencia -en todas sus formas- los vamos a superar con ese abrazo que necesitamos darnos TODOS LOS ARGENTINOS. Que tanto dolor -de los dos lados- sea la maravillosa receta que nos enseñe a volver a caminar juntos para salir adelante. Seamos nosotros los protagonistas de esta película. Podemos serlo, tenemos que serlo.