Si llega a suceder en Estados Unidos no sería como fue la del siglo antepasado o como han sido las tradicionales guerras civiles en los países, sería algo más parecido a una guerra de guerrillas
Por Francisco Santos | 28/07/2024
Hace 6 años, en septiembre del 2018, ya posesionado como embajador de Colombia en Estados Unidos, me senté con los asesores en comunicaciones de la embajada y la mayor sorpresa me la dio Frances O’brien, fundador del Fratelli Group, cuando me dijo, “me siento como en 1859″. Al borde de la guerra civil le pregunté. Sí, me contestó sin inmutarse.
Obviamente le dije que estaba loco, que la democracia americana era la más fuerte y estable del mundo, que no había una división como en 1860 entre el norte y el sur por el esclavismo. Hoy, en retrospectiva, el equivocado era yo. Ciertamente, Estados Unidos está en el precipicio, al borde de una guerra civil que se hubiera podido desatar si el resultado del atentado hubiera sido otro.
Volví a hablar con él esta semana, y estuvo de acuerdo conmigo cuando le dije que si el potencial asesino hubiera tenido éxito hoy habría decenas de miles de muertos en Estados Unidos. Me contó cómo, menos de una hora después del atentado, ya habían manifestaciones a favor de Trump que, si bien eran con banderas y afiches, podrían haber sido con armas y fusiles de asalto.
No quiere esto decir que la izquierda sea pacífica. No, los hechos de violencia después de la muerte de George Floyd o los ataques de Antifa, con tomas de ciudades como Portland, muestran que esa izquierda armada también existe, ataca y asesina. Claro, la narrativa trata de minimizar esta parte de la violencia, y eso es parte del riesgo que se debe tener en cuenta para entender el difícil momento en el que está Estados Unidos.
Muchas estudios muestran el sentimiento que existe hoy en Estados Unidos frente al tema de una guerra civil. Una encuesta de la Universidad de Maryland y el Washington Post muestra que el 30% de los encuestados cree que es justificable el uso de violencia contra el gobierno. Esa cifra era del 10% en 1990. En otra encuesta de la Universidad de Virginia, el 41% de los votantes de Biden cree que el estado donde viven debe salirse de la unión, y un 52% de quienes votaron por Trump opina lo mismo. Finalmente, pues encuestas hay para todos los sabores, una que hizo The Economist con la organización YouGov encontró que el 54% de los republicanos cree que va a haber una guerra civil en esta década y el 41% de los demócratas está de acuerdo.
¿Cómo se llego a este momento? En primera instancia, la deslegitimación de la democracia y de los valores de occidente hoy hace parte del discurso radical tanto de la izquierda como de la derecha que retumba en redes sociales y aumenta la polarización. Poco a poco, la credibilidad de las instituciones se desmorona y ese discurso radical recibe más y más apoyo. Temas como el aborto, la migración, el racismo o el antisemitismo son claves para incendiar la discusión aún más, y hoy las ideas conspirativas reciben validación de todas las redes sociales.
La politóloga Bárbara F Walter, quien escribió hace dos años el libro Cómo se inician las guerras civiles y cómo se paran, dijo a CNN: “Estamos más cerca a una guerra civil de lo que cualquiera de nosotros cree”. Bruce Stokes, un importante académico americano, quien fue uno de los directores del PEW Center, escribió: “Los amigos y aliados de Estados Unidos necesitan entender que Estados Unidos se ha convertido en Estados Desunidos. De hecho, hay dos Américas, y están en guerra. Están luchando por cuestiones sociales, políticas y constitucionales, y por el papel que Estados Unidos debería desempeñar en el mundo. Las elecciones estadounidenses de 2024 son solo otra batalla en esta guerra”.
Si sumamos la cantidad de armas que hay en manos de los ciudadanos en Estados Unidos el escenario queda completo: hoy hay cerca de 400 millones; más de una por habitante. Es más fácil obtener un arma que sacar una licencia de conducir, y esto hace parte de ese barril de pólvora que está por estallar.
Obviamente, una cosa es contestar una encuesta y otra es empuñar un arma y arriesgar la vida. Pero si llega a suceder en Estados Unidos no sería como fue la del siglo antepasado o como han sido las tradicionales guerras civiles en los países, sería algo más parecido a una guerra de guerrillas, donde organizaciones paramilitares de izquierda y de derecha asesinan ciudadanos, jueces, políticos, periodistas y quienes ellos determinen es un obstáculo en su búsqueda del desmonte de un gobierno, un estado o una sociedad contra la que dicen estar luchando.
Una guerra civil en Estados Unidos sería más parecida a la guerra civil en Irlanda del Norte, con cerca de 4 mil muertos en 30 años, que a la guerra civil de Rwanda, que dejó 900 mil muertos y una dictadura que hoy aun existe. Las milicias que hoy existen Estados Unidos ya tienen ese discurso en su ADN y, con lo que hoy pasa en Estados Unidos, el terreno está abonado para que crezcan de un lado y de otro. Las protestas en las universidades contra Israel también hacen parte de esa deslegitimación de valores y de confrontación que fácilmente escalan.
China, Rusia y los enemigos de occidente ven este escenario como el mejor aliado en su guerra cultural, política y económica contra quienes creemos en la libre empresa y en la libertad de expresión, de religión y de elección. Sus amigos y aliados a lo largo y ancho del planeta juegan su papel de deslegitimación del modelo político y económico y, a través de sus bodegas, fortalecen ese discurso y apoyan dirigentes políticos afines, como lo hicieron en Colombia en la elección de Gustavo Petro.
Esta elección en Estados Unidos es apenas uno de los escenarios donde se libra esta batalla ideológica que, sin duda, con el atentado a Trump adquiere una dimensión nueva. Lo cierto es que el planeta tiene que prepararse para unos Estados Unidos que solo miran hacia adentro y dejan el mundo de lado, mientras los enemigos de la libertad ganan terreno al por mayor. ¿Será que en vez de estar en 1859 estamos más bien en 1932? o, peor aún, ¿en ambos?