Por Claudio Chaves | 27/07/2025

Alberto Benegas Lynch es a juicio del Presidente un pensador formidable al que denomina “prócer”. Lo ubica en el amplio espacio del liberalismo, por encima de cuantos han vivido en el siglo XIX, en esta sufrida Patria.
El “prócer” ha escrito un artículo en La Nación confuso y de muy poco vuelo intelectual, lamento decirlo de esta forma. De todos modos no sorprende, Benegas Lynch y, también, Milei desconocen aspectos centrales de la historia argentina. Especialmente de los encuadramientos culturales desde los cuales deben explicarse los hechos.
El artículo de marras lleva el ampuloso título “Razones que explican como surgió el estatismo en el país” y lo publica en el diario que ha sido el promotor del estatismo, el proteccionismo y el intervencionismo, como seguidamente veremos, y los dos, Benegas Lynch y La Nación, se desentienden de la verdad histórica como si fuera un pañuelo descartable.
LOS ERRORES DE LYNCH
Para comenzar diremos que son poco y menguados los aportes del autor de marras puesto que apoya sus ideas en un pensador inteligente y controvertido como fue Carlos Escudé. Como Escudé ha fallecido no es con él el asunto. Para Benegas Lynch ha sido el patrioterismo y el nacionalismo los responsables del estatismo. Aborda muy por arriba y superficialmente a intelectuales de la generación del 900 a quienes descalifica por patrioteros como Ricardo Rojas y al modelo educativo de aquella generación que se le antoja autoritario y antiliberal, desconociendo el clima de época y a una generación que se sintió perturbada por la oleada inmigratoria y procedió por medio de la escuela a nacionalizarlos, para integrarlos. Esa educación, para Lynch ha sido nefasta pues puso a la Patria por encima del individuo. Castiga de igual modo a Manuel Gálvez a quien le adiciona características anti semitas. Benegas Lynch no tiene la menor idea que en 1900 en la Capital Federal de cada tres personas dos eran extranjeros. Y que el censo de 1869 arrojó 1.769.000 habitantes y el de 1914, 7.900.000 y si consideramos que de los seis millones de inmigrantes que llegaron al país en el periodo, tres millones se quedaron aquí, tenemos que de punta a punta de los censos dados la inmigración significó el 50 % de la población. ¿Entonces que hacer con tanto extranjero? Sencillamente incorporarlos. Aquella generación de “patrioteros y nacionalistas” fue capaz de construir el espíritu de un país integrado por un medio que se denominó crisol de razas. Y la escuela cumplió una saludable política educativa. Este “patrioterismo”, al que alude el escritor, no fue antiliberal por el contrario todos aquellos gobiernos desde 1854 hasta 1930 profesaron, algunos más y otros menos, el ideario liberal en boga en el mundo. Eduardo Wilde, el extraordinario Ministro de Roca, le decía a Ignacio Pirovano, sobre sus amigos: “Aquello era un continuo de opiniones, prestigios e ideas. Solo en una cosa coincidíamos todos en ser ultraliberales y revolucionarios en arte y en política. Era necesario reformar creencias, instituir el socialismo, pero el socialismo liberal, inteligente, ilustrado; reorganizar la República; aún más América, y hacer de todo ésta una gran nación” Esto fue la Generación del 80, “procer” , un liberalismo distinto al que está hoy en el gobierno, liberalismo que huele a ácido sulfúrico. Aquellos hombres y esa escuela de ningún modo fueron autoritarios fueron democráticos pues por medio de la ley 1420 integraron al extranjero a nuestra realidad cultural e histórica. Ni siquiera fueron un adelanto del nacionalismo como cuerpo ideológico. Como no es lo mismo reír que llorar no es lo mismo patriotismo que nacionalismo. Los del 80 y del 900 fueron patriotas.
CRISIS DEL LIBERALISMO
Todo comenzó a partir de 1918. En Europa al iniciarse la guerra millones de seres humanos sin formación militar marcharon al combate sin haberlo promovido. No eran soldados, ni profesionales de la guerra, eran campesinos, obreros, oficinistas, maestros, enfermeros, médicos, trabajadores temporarios y desocupados todos fueron incorporados y al retornar dieron vuelta como un guante a la sociedad. Convocados para defender la patria y ofrendar sus vidas ahora buscaban ser escuchados y atendidos. De modo que a partir de 1918 ingresaron a la política millones de seres humanos en los términos de la situación imperante, esto es por medio de jefes y líderes fuertes, que, por encima de las masas y las instituciones, procuraron en la paz, estilos políticos de conducción semejante a los de los tiempos de guerra. Quien mejor definió lo que pasaba fue Anatole France: “Los pueblos gobernados por sus hombres de acción y sus jefes militares derrotan a los pueblos gobernados por sus abogados y profesores. La democracia es el mal, la democracia es la muerte. Hay un solo modo de mejorar la democracia, destruirla.” Esto es el cambio de clima, Lynch, no la generación del 80 o del 900. De pronto conocer de historia no viene nada mal.
LA NACION Y EL ESTATISMO
Ni Benegas Lynch ni el periódico debieran hacerse los distraídos. El “procer” no sabe historia pero La Nación la tiene toda atrás, pasa que a veces se olvida. Antes de recordar lo que La Nación escribía, en honor a la verdad histórica, hay que reconocer que el periódico fue uno de los primeros que comprendieron el cambio de época. ¡Bien ahí! Pero ahora no se puede responsabilizar al golpe de 1930 o a Perón como inventores del estatismo. A partir de la década del 20 son múltiples los editoriales del diario a favor del estatismo y el proteccionismo. Quien desee profundizar estos temas puede consultar el libro de Ricardo Sidicaro: La Política mirada desde arriba. Pasemos entonces al corazón del estatismo. Escribía La Nación: “No ha existido ni existe esa organización social, el liberalismo puro, que es profesado de una manera fatalista a pura persistencia del régimen arcaico de otras épocas económicas diametralmente diversas de las que operan en estos momentos. El mercado no ha sido sino muy contadas veces libre y muy pocas transacciones se han realizado con la absoluta independencia requerida para que representen el resultado efectivo de las ofertas y las demandas.” “El momento actual es de fomento de las industrias de transformación y desarrollo de la utilización de nuestros recursos naturales ya que aun tenemos que pedir al extranjero la provisión de incontables mercaderías cuyas materias primas son nuestras. Hay que implementar políticas estatales dirigidas a amparar las industrias existentes y otras posibles dentro de nuestra estructura económica, régimen que venimos preconizando con insistente porfía.” Hay mucho más, con esto alcanza, de manera que por engaño, desconocimiento e ignorancia no se puede correr el eje de la verdad histórica. Si a estos editoriales le adicionamos que La Nación le entregó el suplemento editorial al nacionalista Alfonso de Laferrere, le abrió las páginas a Leopoldo Lugones, el de la hora de la espada, y a Manuel Gálvez tenemos el panorama completo de quien comenzó la cosa.
POSDATA
El intervencionismo nació en los grupos de poder. Perón se encontró con un modelo e ideas arraigadas en la elite social y política.. No se puede seguir mintiendo impunemente. Con estos candiles mas vale andar a oscuras.