Declaraciones del político e historiador Jorge Abelardo Ramos, fundador de la Izquierda Nacional, a propósito de la decisión de la Junta Militar de recuperar las Islas Malvinas
Por Jorge Abelardo Ramos | 07/04/2024
No tengo benevolencia hacia Galtieri ni hacia ninguno de sus colegas anteriores o posteriores. Pero comprendo muy bien a la partidocracia sucesora de Saturnino Rodríguez Peña (aquel que ayudó a escapar al general Beresford, cuando la primera invasión inglesa). No falta entre ellos quienes proponen el día 2 de abril como día de luto.
Gracias a esa sociedad anglofila que venera a Europa o a EE.UU., se formó una clase democrática devota de todas las guerras ajenas y héroes alógenos. Son el producto directo de esos bachilleratos franceses importados por Mitre, indiferentes a la América criolla, capaces de ahogar en un hastío glacial las mejores vocaciones y las rebeliones más originales, continuados por una universidad productora de especialistas indiferentes al destino nacional, siempre dispuestos a emigrar por un buen contrato en el exterior. ¡Cómo para entender la guerra de Malvinas con un sistema cultural que reposa en el dilema sarmientino de civilización o barbarie, que según cabe imaginar sitúa la barbarie en América y la civilización en Europa! Se trata del mismo Sarmiento que había escrito al general Mitre: “No ahorre sangre de gauchos. Es lo único que tienen de humano”. A su lado, ¿podrían entender la guerra con Inglaterra los izquierdistas portuarios, tan alejados del drama argentino como los terratenientes que vivían en Europa?
La primera pregunta que brotó en todos los labios de la Argentina Ilustrada fue: ¿por qué razón ahora ocupó Galtieri las islas? ¿Qué propósitos se ocultaban detrás del acontecimiento? ¿Ambiciones personales, propaganda interna? Cuando la flota inglesa avanzó armada hasta los dientes, tras la hipócrita euforia inicial, todos empezaron a retroceder, a murmurar, a conspirar. Así se gestó una intriga palaciega, de políticos nativos y embajadores extranjeros, destinada a derrocar a Galtieri y facilitar un gobierno de transición hasta los ansiados comicios. A esta Argentina político-institucional se le ocurrió entonces calificar el 2 de abril con la frase de: “Una aventura irresponsable”. Según se sabe, es la tesis británica.